Como enfatizamos en la entrega anterior «COVID-19 y retos de la educación en línea – Parte 1» el 2020 es un año de retos para el sector educativo a nivel mundial. La pandemia obligó a las instituciones educativas implementar de golpe la modalidad virtual o educación en línea, pues era la alternativa idónea y más inmediata de aplicar para evitar que el año escolar se perdiera.
Esto llevó a que la UNESCO publicara a inicios de mayo 2020 una lista de 10 recomendaciones para garantizar la continuidad educativa y formación en línea. Estas son las siguientes:
- Analizar el tipo de tecnología con la que se cuenta y elegir la más pertinente.
- Garantizar el carácter inclusivo de los programas de aprendizaje online.
- Proteger la privacidad y la seguridad de los datos.
- Centrarse en los problemas psicosociales del alumnado antes de impartir la enseñanza.
- Planificar con frecuencia el desarrollo de los programas de aprendizaje online.
- Proporcionar a docentes y alumnado asistencia en cuanto al uso de las TIC.
- Combinar los enfoques adecuados y limitar la cantidad de aplicaciones y de plataformas.
- Establecer las reglas de la educación online y dar seguimiento al proceso de aprendizaje.
- Definir el tiempo de duración de las clases online en función del alumnado.
- Crear comunidades entre el profesorado y favorecer los vínculos sociales.
Como se puede observar estas giran sobre la planificación, organización, comunicación y monitoreo del proceso educativo en línea. Para lograr esto, las instituciones que han implementado con éxito la continuidad educativa han fomentado el diálogo entre todos sus elementos; tanto de directores, especialistas, planta docente y representación estudiantil.
¿Por qué los estudiantes deben formar parte del equipo de planificación de continuidad educativa?
Pues, porque son estos quienes van a vivir el proceso de formación en línea en primer instancia y son quienes conocen su diversidad de realidades, ya que entre educandos existe una comunicación más fluída que entre docente y estudiantes.
Elegir entre usar una plataforma como Moodle o Google Classroom; elegir un mecanismo de mensajería como Messenger, WhatsApp, Duo o Telegram; definir la herramienta de videoconferencia como Zoom, Skype, BigBlueButton o Google Meet; parece fácil y sencillo, pero debe considerarse la capacidad del equipo con que los estudiantes cuenta, la estabilidad de su conexión y el costo que implica su continuidad educativa en línea.
La mayoría de recursos anteriormente mencionados tienen su versión como aplicación para dispositivos móviles. El detalle es que algunas versiones no son compatibles con Smartphones de baja gama. O puede darse el problema de falta de capacidad de almacenamiento del dispositivo, ya sea porque no se cuenta con memoria externa, o porque sea una versión con incapacidad de expandir la capacidad de memoria del aparato.
Algunos recursos de los ya mencionados exigen contar con una conexión a internet estable, preferiblemente WiFi, pues para trabajar con datos móviles el costo de paquetes representa un dilema para los estudiantes. Especialmente de aquellos que viven en zonas remotas, donde aún no ha llegado el servicio cableado de internet y la conexión móvil es su única opción.
Para un director o un docente es fácil tomar decisiones sin consideración de la realidad de los estudiantes, pero los resultados serán parciales y hasta engañosos o contradictorios con el compromiso de garantizar la continuidad educativa.
La empatía y comunicación con los estudiantes deben ser primordial
Para contrarrestar el problema de la planificación parcializada debe implementarse la empatía y comunicación permanente con los estudiantes. Para esto deben usarse los recursos que previamente estuvieron a la mano, como el correo electrónico, grupos de WhatsApp o Facebook, y número teléfonico.
Cabe destacar que tener empatía no es sinónimo de alcahuetería, sino de ponerse en su lugar ante los retos que la nueva modalidad de educación implica. Pues, lo ideal es lograr un equilibrio entre el deber ser y el poder ser de la educación en línea, bajo la modalidad a distancia.
Y esto lleva a prestar atención el papel que deben jugar los directores de centros educativos a nivel básico y medio, los jefes de escuelas y de departamentos de especialidades a nivel universitario (nivel superior); tanto para estipular lineamientos éticos que permitan implementar la continuidad educativa sin violentar los derechos estudiantiles o ignorar las dificultades que estos enfrentan para cursar sus asignaturas.
Retos de la evaluación académica en la educación modalidad a distancia/en línea
¿Cómo se dan o pueden darse estas violaciones a los derechos estudiantiles? Esto puede darse desde el abandono académico por parte del docente, quien satura de lecturas en pdf en lugar de dar atención por llamadas o videoconferencias.
Pasando por evaluaciones no acordes a la modalidad virtual, que son una mera aplicación de prueba presencial. Y es que en la modalidad a distancia/en línea, se recomienda trabajar las evaluaciones por proyectos, en lugar de pruebas memorísticas.
Sumando la falta de claridad en los aspectos de evaluación. Y es que muchos docentes aún no aterrizan que en esta modalidad no puede aplicarse una calificación subjetiva sin dar detalle del porqué el estudiante tuvo 6 y no un 10. Para evitar esto, es importante y urgente la implementación de Rúbricas de evaluación o Listas de cotejo. Estas deben darse a conocer previamente al estudiante junto a la guía de actividad, así estos sabrán cómo se les evaluará y tienen claro que si entregan un trabajo que no cumple con lo solicitado su resultado será de nota baja.
¿Y si hablamos de los retos que poseen los discentes con discapacidades físicas en otra publicación?
¿Qué sucede con ese sector?
Por otro lado, excelente trabajo.
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Gracias por tu comentario. Voy a trabajar ese tema en el próximo artículo.
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